Ministros Ordinarios y Extraordinarios de la Eucaristía

Las palabras ordinario y extraordinario tienen varios matices de significado en nuestra cultura y en nuestra Iglesia. En nuestro contexto cultural, la palabra “ordinario” puede significar “normal, estándar o común; sin características especiales o significativas.” A veces incluso asociamos la palabra "ordinario" con "simple" o "poco impresionante": es solo un día común. Por otro lado, nuestro uso cultural de la palabra "extraordinario" puede significar algo "notable, especial o grandioso." Por ejemplo, podríamos decir ¡Ella es una pintora extraordinaria!

En la Iglesia, usamos la palabra “ordinario” sobre todo cuando nos referimos al tiempo litúrgico, “Tiempo Ordinario.” En este contexto, “ordinario” proviene del término latino ordinalis, que significa “numerado” o “reglado.” También puede significar "ordenado." Este es el origen de nuestra palabra para “ordenación.” Asimismo, cuando la Iglesia se refiere a algo como "extraordinario," simplemente quiere decir que es “extra” o “fuera” de lo ordinario.

Toda celebración litúrgica es una acción de Cristo y de la Iglesia—es decir, de los fieles creyentes, unidos y “ordenados” bajo el obispo de una diócesis. Debido a que los sacerdotes y los obispos ofrecen el sacrificio de la Eucaristía en la persona de Cristo, y los diáconos asisten con la distribución de la Eucaristía, ellos son los ministros “ordinarios.” Eso es para lo que están ordenados—es una parte normal de su ministerio. Los hombres y mujeres laicos que distribuyen la Sagrada Comunión lo hacen como ministros extraordinarios porque está tarea está fuera de sus responsabilidades normales como miembros de la asamblea litúrgica.

La Iglesia permite que los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión ayuden a los ministros ordinarios cuando así lo requiera el tamaño de la congregación. Los ministros extraordinarios deberían recibir una preparación espiritual, teológica y práctica adecuada para que puedan cumplir su función con reverencia y respeto por la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. Su función extraordinaria es ayudar a los ministros ordinarios en la distribución de la Sagrada Comunión a la congregación. En los Estados Unidos, los ministros extraordinarios no purifican vasijas, no distribuyen la Sagrada Comunión al clero ordenado y deberían usarse más ministros extraordinarios más allá de los que se necesiten para una distribución ordenada y reverente de la Sagrada Comunión.

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